La mesa, pantalla y teclado vino junto al contrato de trabajo, así que no puedo quejarme. O al menos, no demasiado. Sepultado entre las decenas de post-its siempre se puede encontrar una goma de Milán, algún boli que no pinta y cables, básicamente, el del iPod, el del cargador del móvil, el de la cámara de fotos…
Pero el bien más preciado que luce junto a mi ventana con vistas al Pirulí es Paquito. No se le puede dar de comer después de medianoche, ni mojar con agua, y cuando Mauro o Nacho se animan y dan palmaditas, se pone a canturrear como un loco mientras se mueve suavemente de lado a lado. ¡Se le mueve hasta la tripa! Es tan mono…. Juro que si vuelvo a pasar por esa tienda en Andorra traigo más, me llevé el último.
Los regalos variaditos elaborados por las profes para el día del padre/madre/similar siempre quedan cucos y ablandan a las visitas cabreás.
Olalla Cernuda
Directora de Contenidos de Entretenimiento
iRTVE - Medios Interactivos
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